Monday, July 31, 2006

Tomado del libro, "La Buena Madre, Enriqueta Aymer de la Chevalerie, fundadora de la Congregación de los Sagrados Corazones" por María de Echarri.

Capítulo VIII Picpus . - La Virgen de la Paz.

Tercera parte - Final.

Durante la Commune, en abril de 1871, los insurrectos invadieron la capilla de Nuestra Señora de la Paz. A pesar de la enérgica protesta de las Adoratrices, profanaron las Sagradas Formas y metieron mano a cuanto encontraron. Entre los objetos robados se encontraba la santa estatua. Al verla, la Superiora general, Reverenda Madre Benjamina Le Blaise, con acento suplicante, con tal dolor en su mirada que conmovió al capitán, pidió no se la llevasen. Aquél, más emocionado de lo que quería aparecer, contestó: “Vamos, vamos; eres una buena mujer”; y dirigiéndose a sus subordinados y señalando la estatua. “Que se la den – dijo – y que nos dejen en paz; después de todo, es sólo madera; dejémosela.”

El 5 de mayo, las religiosas de los Sagrados Corazones fueron conducidas a la prisión de Saint-Lazare. Antes se logró colocar en lugar seguro la venerada imagen.

El 24 de mayo, fiesta de María Auxiliadora, los leales vencían a la Revolución, y las religiosas pudieron volver al convento, colocando de nuevo en su trono a la Virgen de la Paz.

En 9 de julio de 1906, fue coronada por Mons. Amette, delegado de su santidad Pío X para tan magnífica ceremonia.

Cuando la persecución se encendió de nuevo en Francia contra las Ordenes religiosas, Nuestra Señora de la Paz veló por sus hijas. Ya se ha dicho que la Congregación no fue expulsada. La Buena Madre lo había anunciado: “Prepararemos todo para la marcha; pero no llegaremos a salir”. Y así ha sido… Ante la milagrosa imagen se inclinan las profesas que pronuncian sus primeros votos. Ante Ella se postran llenos de santo ardor y entusiasmo las novicias. A Ella piden ayuda y amparo las Superioras. A Ella, perseverancia y celo todas las religiosas. A Ella se rinden los corazones, todas las inteligencias, todas las voluntades. Yo soy testigo de favores singularísimos obtenidos por Nuestra señora de la Paz durante la reciente y terrible guerra europea. Numerosos parientes de mis religiosas conocidas estaban en todos los campos de batalla; ofreciese a la Virgen Santísima un exvoto en la capillita de Torrelavega si ninguno de los parientes próximos de las Hermanas perecía. ¡Qué situaciones dificilísimas!…Peligros inminentes y continuos…Un coronel y sus dos hijos, a dos pasos de la muerte, escapando varias veces; otros en tierra, otros en la aviación, a todos acudía Nuestra Señora de la Paz, y todo volvieron sanos y salvos a sus hogares. Ha sido un hecho pasmoso entre tantos de diversas familias y países. Allí está la blanca plaquita a los pies de María, testimoniando el favor y bendiciéndola siempre.

Esta preciosa devoción a la Reina de la Paz quiere extenderse por todo el mundo, y es de notar que en España, hermosa y radiante se presenta María como Reina de Paz en la montaña; preciosa escultura aparece en el frontispicio de un nuevo colegio “el Colegio de Nuestra Señora de la Paz” (Torrelavega) ¡qué linda advocación! , ¡cuánto me dices!... Encierras todo un programa para el porvenir… Efluvios de paz saldrán de ese centro, esparciendo frutos santos… y dicha verdadera en su derredor…

Reina de la Paz… Virgen Bendita, tan amada y venerada bajo este título dulcísimo por los religiosas y religiosas de los Sagrados Corazones… cúbrelos siempre bajo tu manto protector… Sé su madre, sé su guía, sé su esperanza y consuelo… Y a quien tantas veces te imploró en la capilla de tu convento de Torrelavega, dale la paz del alma siempre, la paz verdadera que el mundo no sabe ni puede dar…, paz que la acompañe en su camino por la tierra…, paz que la lleve a la región eterna donde todo es paz y todo es amor…

1 comment:

mario said...

la paz no tiene reina, nadie , salvo uno mismo y solo para sí, puede tener control sobre la "supuesta paz"...